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Enclavado en la bella localidad alicantina de Onil, el puerto de montaña conocido como Canalis Viejo ofrece una experiencia única para los amantes del ciclismo. Esta vertiente antigua despierta un aire retro y auténtico, transportándonos a un entorno natural pintoresco cercano a Castalla, hogar de algunos de los puertos más emblemáticos de la región, como el Chorro de Catí.
La ascensión discurre por una carretera que seduce con su buena calidad de asfalto, aunque más estrecha que la ruta moderna, destacándose por su carácter cicloturista. Alterna tramos exigentes y descansos, permitiendo a los ciclistas disfrutar de las impresionantes vistas de la naturaleza que los rodea. La experiencia comparte la emoción de descubrir juntos cada rincón del entorno, como si se trazara una nueva historia con cada pedalada.
A lo largo de la subida se efectuó una entrevista con Eberto Burgos, un apasionado ciclista nacido en Bolivia y simpatizante del club de fútbol Betis. Eberto compartió cómo se inició en el ciclismo hace más de una década tras llegar a España, y cómo este deporte le ha permitido conectar con personas y explorar bellos paisajes. Destacó Bolivia como un paraíso ciclístico, aunque subrayó que ciertos puertos de gran altitud requieren un esfuerzo considerable.
La conversación también abarcó recomendaciones para aquellos que visitan la zona y no quieren perderse la oportunidad de integrarse en una ruta circular. Es ideal ascender por esta vertiente antigua y descender por la nueva, que ofrece mayor amplitud y condiciones óptimas para el descenso.
A lo largo del recorrido, la conversación se llena de anécdotas sobre el encantador clima valenciano y lo que significa rodar en estas tierras alicantinas. Se reflexiona sobre la esencialidad del ciclismo: no se trata tanto de la calidad de la bicicleta, sino de las piernas y la pasión del ciclista.
Pese a algunas rampas que desafían al ciclista, el puerto de Canalis Viejo recompensa con su encanto intrínseco y una atmósfera que invita a serenamente pedalear, saboreando el viaje en lugar de enfocarse solamente en tiempos.
El puerto, con sus siete kilómetros de ascenso, aunque no es excesivamente empinado, presagia una experiencia gratificante, mezclando tramos de reto y alivio. Es, sin duda, un lugar que cualquier aficionado al ciclismo debería considerar en sus itinerarios.
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