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El Coll d'en Canar, ubicado en la pintoresca región de Tarragona, es una joya escondida para los cicloturistas que buscan un desafío gratificante. Partiendo desde la encantadora localidad de La Fontcalda, el ascenso ofrece una experiencia única y emocionante, con un trazado que serpentea a través de un paisaje de ensueño.
El recorrido comienza en la antigua estación de Prat del Comte, desde donde se inicia un descenso hacia la vía verde, una infraestructura que ha sido reconvertida de la antigua vía del tren para deleite de los ciclistas. Antes de enfrentarse al verdadero reto que supone el Coll d'en Canar, se atraviesan túneles que añaden singularidad al comienzo de la aventura.
El puerto es conocido por su exigencia, con un recorrido de tres kilómetros y medio que mantiene una pendiente promedio del 10%, alcanzando en su punto máximo el 15%. Las numerosas herraduras a lo largo del trayecto no solo aumentan el atractivo del ascenso, sino que también ofrecen respiros estratégicos que permiten disfrutar del entorno natural que rodea a los ciclistas en cada pedalada.
Miguel Ángel Granero realizó esta travesía acompañado de su amigo Miguel Bernabé, quien ha estado presente en numerosas ocasiones para compartir experiencias inolvidables como esta. La subida, adornada por una densa arboleda, proporciona un alivio refrescante del sol veraniego, haciendo que el recorrido sea más placentero.
Durante el ascenso, los ciclistas se encuentran con un asfalto en condiciones óptimas para rodar, a pesar de algunas piedras sueltas propias de la montaña. La carretera, estrecha y típica de rutas montañosas, invita a los ciclistas a sumergirse en el viaje sensorial que ofrece el Coll d'en Canar.
A lo largo de la ruta, los deportistas tienen la oportunidad de deleitarse con vistas espectaculares del valle, e incluso, en días despejados, vislumbrar hasta el Mediterráneo. El Quell d'en Canar, aunque escondido y poco conocido por no formar parte de las grandes vueltas ciclísticas, representa un auténtico tesoro para aquellos que se aventuran en su busca.
Finalizando la ascensión, los ciclistas son recompensados con un tramo al 13%, un final desafiante que recuerda la belleza y la dureza del Coll d'en Canar. La cima marca la culminación de un esfuerzo que bien vale la recompensa de las vistas panorámicas y la satisfacción personal de haber conquistado uno de los puertos más encantadores de Tarragona.
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