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La subida desde Aliaga, en la provincia de Teruel, nos regala un puerto ciertamente atractivo, ideal para quienes disfrutan de las carreteras tranquilas y el entorno montañés más genuino. Iniciamos la ascensión en el centro de la población, tomando el desvío hacia Pitarque, lo que permite situar bien la salida para quienes planeen recorrerlo. Ya al principio, cruzamos un pintoresco puente sobre el río y dejamos atrás una fuente tipo abrevadero, perfecta para abastecernos de agua, especialmente en las épocas más calurosas.
Aliaga se presenta como uno de los pueblos más grandes de la zona, con algo más de actividad, y es punto de partida no solo para este puerto sino también para otras rutas conocidas como Majalinos, aunque en otra dirección. El asfalto en la subida es algo irregular pero transitable, una superficie que, sin ser perfecta, permite disfrutar plenamente de estos parajes tan especiales del interior turolense.
Nos encontramos ante una ascensión que, aunque corta, tiene su intríngulis. Si bien en ocasiones se la relaciona como una vertiente del puerto de San Cristóbal, aquí la recomendamos como un puerto propio, con personalidad definida. Los primeros metros transcurren con relativa comodidad, lo que nos invita a disfrutar del paisaje abierto y la tranquilidad de la carretera, con muy poco tráfico.
El itinerario se presta especialmente bien para las épocas de otoño e invierno, siempre que vayamos bien abrigados. Durante estos meses el clima es más fresco pero llevadero y los tonos de los árboles componen vistas de gran belleza que, junto al relieve y las amplias panorámicas, proporcionan una experiencia memorable. Por el contrario, en verano el sol puede golpear fuerte dada la escasez de sombras en los tramos centrales, por lo que conviene prepararse si se afronta en los meses más cálidos.
A medida que avanzamos, el puerto va ganando dureza. En la parte intermedia y final encontramos las rampas más exigentes, con tramos continuados al 10% y alguna zona que llega hasta el 15-16%. El tramo más exigente, de alrededor de un kilómetro, se mantiene por encima del 11% de pendiente media, exigiendo sacar lo mejor de nuestras piernas y de la transmisión. Conviene reservar fuerzas para abordar este segmento, afrontando varias herraduras y zonas abiertas en las que apreciar tanto la carretera como el entorno que nos rodea.
Durante la subida nos acompaña Begoña, para quien ha sido su primera vez en esta carretera. En su opinión, el puerto resulta interesante y desafiante, especialmente al enfrentarse después de un descenso, teniendo que afrontar de inmediato rampas del 11%. Como ella comenta, enseguida se calienta el cuerpo y las piernas agradecen el esfuerzo, lo que refuerza esa sensación de superación y recompensa que este puerto nos ofrece.
Una vez superados los tramos más duros, un pequeño descansillo permite recobrar el aliento antes de la última rampa definitiva. La cima llega tras un cambio de rasante, con vistas espectaculares sobre la Sierra y los montes de Teruel. El esfuerzo merece la pena: arriba se obtiene esa satisfacción única tras media hora de ascensión y la sensación de haber conquistado otro de esos puertos que hacen especial a la provincia.
Se anima a los ciclistas a visitar este rincón de Teruel, tan desconocido para muchos, pero que bien justifica una escapada o un fin de semana de ciclismo, ya sea viniendo desde Madrid, Valencia, Zaragoza o cualquier otro punto cercano. No siempre es necesario viajar lejos para descubrir puertos de calidad y sorprendentes, y La Lastra es un claro ejemplo de las joyas que esconde nuestra geografía.
La famosa carretera a Masca, descenso de curvas impresionante
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