CIMA | TE09 |
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El Cuarto Pelado se alza como un reto ciclístico fascinante e imponente desde Río Pitarque en la provincia de Teruel. Este puerto, que forma parte del célebre reto CIMA, ofrece 26 kilómetros de ascenso con un desnivel acumulado de 800 metros, una media del 3,1% de inclinación, y alcanza puntas de hasta el 12%. Aunque objetivamente su coeficiente es de un moderado 150, el puerto es largo y está dotado de un encanto particular que desafía y atrapa a los ciclistas con su belleza cambiante y su irregular relieve.
A lo largo de la subida, se experimentan tramos de prolongado descanso, suaves repechos y curvas sinuosas que encantan al ciclista, rodeado en todo momento por un entorno natural de singular belleza. El puerto atraviesa localidades como Villarluengo, en una ascendencia que inicia desde el puente sobre el río Guadalupe. A medida que avanzan, los ciclistas encuentran zonas intermedias abiertas que ofrecen vistas memorables hacia el interior de Teruel: una experiencia completamente inmersiva para quienes disfrutan de la naturaleza.
El estado de la carretera ha mejorado con el tiempo, presentando un asfalto fresco que se extiende hasta poblaciones como Pitarque, lo cual añade al atractivo del recorrido. La posibilidad de rodar sobre una superficie recientemente reacondicionada facilita el ascenso y embellece el recorrido, aumentando su encanto y seguridad.
Es importante que los ciclistas planifiquen su visita de acuerdo a las condiciones climáticas, teniendo en cuenta que durante el verano el sol puede ser intenso, mientras que el invierno trae consigo bajas temperaturas. La brisa ligera acompaña durante la subida ofreciendo equilibrio térmico, haciendo que el recorrido sea grato independientemente del clima.
Además de ofrecer una oportunidad de escapada única, el Cuarto Pelado invita a descubrir otros atractivos ciclísticos de la comarca, como el ascenso al puerto de San Cristóbal, conocido por su dureza antes de la pavimentación de nuevos tramos, o la singular vista desde el puerto de Los Degollados, añadiendo así un tinte explorador y aventurero al desafío.
En el remate final del ascenso, justo antes de alcanzar la cima, el entorno se vuelve más desolado y abierto, exponiendo a los ciclistas a los elementos, pero recompensándolos con vastas vistas panorámicas de las montañas circundantes, que se alzan majestuosas desde el horizonte. Este largo y vibrante paso es un espectáculo que cada ciclista debe realizar para sumarse a la historia de este notable ascenso.»
Camino Arbolado en el Muro di Sormano, con la carretera poco concurrida