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Ubicado en la provincia de Alicante, el ascenso al Puerto de Miserat desde Vall d'Ebo ofrece una experiencia ciclista que combina desafío, belleza natural y tranquilidad. Este puerto, conocido por sus cuatro vertientes, incluye las famosas rutas de Pego y Adsubia, caracterizadas por su alta dificultad y sus exigentes pendientes que lo posicionan como uno de los más duros de la Comunidad Valenciana.
La ruta comienza en la pintoresca población de Vall d'Ebo, accesible a través de varios caminos, aunque el recorrido más recomendado es a través del Puerto de Ebo. Desde el desvío inicial, la subida dura más de 6 kilómetros, con un terreno que varía en sus desafíos. Dos de los kilómetros, específicamente el segundo y el último, destacan por sus pendientes medias del 10%, haciendo de ellos los más exigentes del trayecto.
En el trayecto, los ciclistas se enfrentan a tramos donde el asfalto ha sido recientemente re-pavimentado, ofreciendo un suelo más firme, aunque aún encontrarán algunas áreas donde deben ejercitar mayor precaución, especialmente en zonas expuestas al sol. Este ambiente abierto es parte del encanto del ascenso, a pesar del historial de incendios que ha modificado el paisaje. Una ligera brisa ocasional ayuda a mitigar el intenso calor, siendo especialmente recomendable que los ciclistas se mantengan bien hidratados durante la subida, ya que no hay fuentes de agua disponibles en la cima.
Al llegar al último kilómetro, los ciclistas son compensados con vistas realmente espectaculares del Mediterráneo y el paisaje que han dejado atrás. Esta sección también es famosa por sus sinuosas herraduras que brindan un terreno técnico, pero gratificante para quienes logran alcanzarlo. Es en este punto donde los ciclistas pueden disfrutar de un recorrido visual hacia otras localidades como Gandía y Cullera, así como reflexionar sobre su ascenso mientras contemplan el majestuoso Marjal.
El puerto ofrece mordiscos finales, con rampas que alcanzan el 18% en algunas secciones, justo antes del desvío. Sin embargo, quienes conquistan este reto encuentran que cualquier dificultad es ampliamente equilibrada por la belleza de las vistas panorámicas, especialmente en un día claro.
El ascenso al Puerto de Miserat no solo es una prueba de resistencia, sino también un convite para los sentidos. La ruta está impregnada de historia y belleza natural, y para aquellos que buscan un desafío, este puerto promete no decepcionar ni en sus exigencias ni en sus recompensas visuales. Como siempre, los ciclistas son animados a venir y experimentar por sí mismos todo lo que esta fascinante subida tiene para ofrecer.
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