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Situado en la región que conecta el País Vasco francés con Navarra, el puerto de Burdinkurutzeta por Basaburua ofrece a los ciclistas un desafío memorable. Este puerto, conocido también como uno de los caminos históricos por donde el Tour de Francia inauguró sus travesías en la zona, posee un recorrido de aproximadamente 9 kilómetros que promete poner a prueba a quienes se animen a conquistarlo.
A lo largo del ascenso, el puerto mantiene una pendiente constante, con inclinaciones que rondan el 10% y que llegan a alcanzar picos de hasta un 16%. La clave para los ciclistas es dosificar el esfuerzo adecuadamente, aprovechando tanto las sombras que ofrece la vegetación del lugar como el desarrollo propicio de la bicicleta. La máquina ideal para enfrentar este reto debería contar, como mínimo, con un desarrollo de 34x32, aunque llevar un 36x34 podría ofrecer más comodidad en las rampas intensas.
El entorno del puerto es característico de los Pirineos Atlánticos, con un paisaje lleno de vegetación exuberante que proporciona unas vistas magníficas del valle al que se atraviesa. Durante la subida, los más afortunados podrán incluso encontrarse con caballos salvajes pastando a sus anchas, lo que definitivamente añade un toque especial a la experiencia.
Un factor que hace notable esta ruta es la variabilidad en el perfil del ascenso, alternando tramos de durísimas pendientes con otros de ligeros descensos, un desafío añadido para la resistencia tanto muscular como mental de cualquier ciclista. Esta característica, aunque inconveniente para algunos, ofrece momentos únicos para disfrutar del entorno y mantener el momentum hasta la cima.
En esta ocasión, se cuenta con la experiencia de Unai, un ciclista experimentado de la región que acompaña durante el recorrido. Su conocimiento local proporciona valiosa información acerca de los matices del puerto y la pasión que despierta el ciclismo en esta parte del mundo. Según Unai, la devoción por la bicicleta en lugares como Navarra y el País Vasco es inmensa, y la historia y cultura ciclista impregnan el lugar, motivando tanto a locales como a los aventureros que se deciden a descubrir estas rutas.
Al llegar a la cima, el esfuerzo se ve recompensado con vastas panorámicas del paisaje y la sensación de haber vencido uno de los tramos clásicos de las rutas de montaña del ciclismo. A pesar de que el puerto finaliza en un tramo menos empinado, el recorrido ofrece una experiencia completa que sin duda se recomienda a cualquier ciclista apasionado por los desafíos auténticos.

Subiendo el puerto de Pajares hacia la cima

Entre rocas y pradera seca, la recta se hace eterna subiendo Navalmoral